Lisboa (EFE).- Una multitud sin precedentes en Portugal, que el Vaticano estima en un millón y medio de personas, arropó hoy al papa en Lisboa y pasará la noche en vigilia antes de la despedida de Francisco de la capital lusa.

La respuesta de la comunidad católica ha desbordado las expectativas de la organización de la Jornada Mundial de la Juventud, que esperaba un millón de personas en el Parque do Tejo, rebautizado como “Campo de Gracia” durante esta celebración.

Con una superficie equivalente a un centenar de campos de fútbol, el parque, a orillas del Tajo, fue esta noche el escenario de una emotiva ceremonia en la que drones blancos dibujaron sobre el cielo las palabras “levántate” y “sígueme” en varios idiomas.

El papa arropado por los jóvenes
Desde el impresionante altar blanco que corona el parque, el papa interpelaba a los jóvenes y les recordada que solo el “amor de Jesús” es gratis, antes de que la multitud se sumiera en un imponente silencio.

“Hace diez horas que estamos aquí y queríamos pasar este momento de intimidad con el papa. El mensaje “levántate” ha sido lo más emocionante. Después del calor abrasador, atardece y estas luces transmiten luz y tranquilidad”, dice Teresa, una voluntaria portuguesa dispuesta a pasar la noche en el parque junto a su familia.

Como ella, miles de peregrinos comenzaron a llegar al recinto desde primeras horas para acampar en una gigantesca explanada, sin sombras, con temperaturas próximas a los 40 grados.

Muchos caminaron hasta diez kilómetros protegidos del sol con paraguas, gorros y pañuelos y tuvieron luego que esperar hasta dos horas para superar los estrictos controles de acceso.

Ya en el interior, se multiplicaban los improvisados refugios hechos con plásticos y cuerdas o con ropa para conseguir una sombra, mientras el césped se cubría con miles de sacos de dormir y mantas térmicas.

“Empaparse el gorro todo el tiempo, es la única solución”, aseguraba María, una española que combatía el calor mojando su ropa en una de las múltiples fuentes salpicadas por el recinto, reforzadas por un “robot cisterna” ayudó a soportar las horas más tórridas.

Recorridos de largas distancias
Pero ni la caminata ni el calor acabaron con la ganas de fiesta de los peregrinos, que entretuvieron la espera con música, baile y, como no, con selfis, hasta la que Francisco ingresó en el recinto en el papamovil.

Carreras, gritos, llantos… una euforia contagiosa movilizó a los jóvenes, que rompieron en un sonoro “Esta es la juventud del papa”.

“Tenemos los sentimientos a flor de piel, es un encuentro brutal”, decía Marta, una joven española que viaja con un grupo de 300 peregrinos de distintos países y que, de esta JMJ, se lleva la convicción de que “Dios siempre está ahí, es ese amigo que está aunque no te diga nada”.

También desde España ha llegado Hugo, convencido de que “venimos todos con la misma intención que es cambiar el mundo”.

Mireia Suárez es una boliviana de 28 años que ha viajado desde Alemania para vivir su segunda JMJ y se lleva “un mensaje que invita a levantarse y salir del confort y estar atenta a los demás”.

La española Ana García no tenía una idea preconcebida y se ha sorprendido con esta aventura. “No creo que sea una experiencia que me vaya a cambiar la vida, pero la voy a recordar el resto de mi vida”.


 
 

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